martes, octubre 27, 2015

CINE: "Encadenados" (análisis)

Encadenados es una película de episodios, de aquellas que muestran varias historias atractivas por cierta razón que no siempre es la misma para todas, bien diferenciables pero vinculadas entre sí por un contenido común que les da sentido, por ciertos lazos causales, por mostrar distintas miradas a un mismo espacio social, por su paralelismo espacio-temporal (ya sean los episodios entrecruzados argumentalmente o no)… A este género pertenecen, entre otras, películas como Cuentos inmorales (Francisco Lombardi), Historias mínimas (Carlos Sorin), Tiempos Violentos (Quentin Tarantino), Siete días en La Habana (varios), Amorres Perros (A. González Iñárritu), Sueños (Akira Kurosawa) o Decámeron (Pierre P. Passolini), aunque esta última sea adaptación de una obra maestra de la literatura. Todas ellas, altamente recomendables, y en especial la de Kurosawa; tome nota, querido lector.

Como dijimos, los tipos de vínculos que unen los episodios de un filme pueden ser diversos, pudiendo ser incluso más de uno en cada caso; siempre usando uno o varios recursos estílísticos del arte cinematográfico, o sea maneras de decir lo que ocurre en lenguaje audiovisual. Pero no siempre son artísticos; y no lo son cuando el detalle de estilo no dice nada más que lo que se ve en la pantalla; quiero decir cuando no hay una verdad acontecida (ver el post anterior) en la contemplación de la película, cuando no hay una vivencia que permita ver detrás de lo que simplemente se ve en la pantalla. (Aprovecho para aclarar que no todo espectador es igualmente capaz de vivenciar determinada verdad a partir de determinada forma visible en una obra artística. O sea que la verdad no siempre acontece para una misma obra… podríamos extendernos pero esto es tema de otra discusión.)

En “Sueños”, Kurosawa entrega historias que argumentalmente nada tienen que ver una con otra; pero sus contenidos implícitos, sus verdades acontecidas, se comunican entre sí en el orden de presentación de modo que, por cada nuevo episodio, hay un sentido general que se va a alimentando hasta configurar un concepto hondo del sentido de la vida misma. En “Amores perros” vemos tres dramas vinculados por un momento crítico en que la desidia de unos marca la fatalidad de otros y la suerte cotidiana de otros (aunque posteriormente devenga fatalidad).

En Encadenados, vemos algunos relatos cuyas tramas independientes permiten, por algún detalle, dar pie o condicionarse uns a otros, metaforizando la propia realidad; y en otros casos, relatos vinculados de manera antojadiza por la relación entre dos personajes, o sea relaciones que si desaparecieran no significarían ningún cambio en el sentido de la película: la supuesta relación laboral entre un ingeniero y un ama de casa, o la que hay entre aquél y su jardinero. Más honesto habría sido dejar algunos relatos desconexos en la trama, pues los efectos vacíos pueden terminar por desenganchar al espectador.

Es elogiable el atrevimiento realista, más cercano al naturalismo, con que Barreda muestra lo humano que la pacatería supone grotesco: sexo y genitalidad implícita. Aunque, ciertamente, habría sido más elogiable que tales mostraciones tuvieran un sustrato argumental más coherente, más vinculado con el resto en el contenido. La escena del ama de casa (Norma Martínez) masturbándose, que sí se justifica a partir de la visible desatención del marido no llega a decir más, por más que merecidamente escandalice a la moralina. Lo que es peor aún, la masturbación femenina sugerida como síntoma de fracaso sexual es un reforzamiento del mito antimasturbatorio tan respetado por les mojigates. No, pues: la masturbación femenina, como la masculina, es sana y deseable... espero que más espectadores puedan interpretarlo no como una masturbación normal sino condicionada por una carencia emocional del personaje. Aprovecho para mencionar el sexo peneano-manual requerido por Artemio a la prostituta, que muestra semen rociado en la mano de esta. Plausible atrevimiento del realizador del filme, aunque se habría podido aprovechar el momento moralmente chocante (en el medio) para darle algún sentido metafórico.

De todos los relatos, es sobresaliente el de la relación entre Clarita y Artemio, que, aunque por momentos sea inverosímil, logra un gran momento poético cuando éste relata (con voz en off) las vivencias erótico-afectivas de su infancia con ella, mientras se visualiza su placer sexual resignado, carcomido por su propia frustración como efecto del relato oído. Más momentos potentes como ese habrían hecho de esta una película notable. Además, la actuación de Martha Rebaza en el papel de Clarita es muy encomiable.

Escena intensa también, con buenas actuaciones, fue la tortura en el sótano. Lástima que por su pobre articulación con los otros relatos de la película, quede colgada, pues la frustración que muestra no guarda ilación argumental con la frustración de otros personajes, como sucede entre otros de los relatos.

Muy superficial resultó la relación sugerida entre el fanatismo religioso-moral y la infidelidad del corredor de seguros, y la desatención a su familia. El empresario y vendedor de droga, que riñe a su empleado disidente sin más justificación argumental que su propio ego, tiene un rol muy encerrado en el tópico narrativo. La historia del fraude bancario parece sobrepuesta con el fin de mostrar la causa de la frustración del apostador.
  
En la separación del taxista y su pareja, hay sentimientos y actitudes que no están del todo justificadas, pues dejan demasiado que suponer al espectador, perdiendo intensidad y vaciando la escena de sentido. Más bien el monólogo de él en el taxi, logra una valiosa poesía de la cotidianidad: otro momento sobresaliente.

Muchos diálogos, especialmente telefónicos, se notan escritos para que el espectador entienda la trama más que para que un personaje se comunique con otro. La muchacha alcohólica y desorientada hablando con su mamá: “Sí, ese gato es una bestia”; el empresario narco, supuesto hijo de Clarita, hablando con la supuesta madre de su hijo: “Claro que sé que es mi hijo”; el ama de casa: “Ah ya, venció la garantía.” Aunque en la realidad puedan ocurrir, la ficción no sólo debe ser "ocurrible" sino parecerlo.

También se muestran diálogos sin sentido que no dicen mucho: el narco en la cantina, la muchacha algohólica por teléfono, el ama de casa con una compañera que frecuenta… Habría sido preferible hacerlos de tal forma que lleguen a mostrar situaciones absurdas a las que nos puede llevar el lenguaje; varios diálogos de Tarantino son perfectos justamente por eso. Además se pudo corregir una que otra incoherencia como la hija de quince años del ingeniero que luego no tiene quince años.

En general, Encadenados es un intento de representar un sentir, una lucha común: la persona contra la sociedad, desubicada pero bregando dentro de sus límites… algo a lo que casi ninguna persona es ajena, en una narratividad con altibajos; pero con momentos poéticos por los que la película merece ser vista. Es cine-arte, es cultura arequipeña y es una respuesta honesta a la invasión cultural del mercado.

Ya que la concatenación de los relatos es circular, me tomé la libertad de mostrarlos en desorden, pues no en todos se sugiere una causalidad.

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