martes, julio 31, 2012

El principal enemigo del amor

Desromantizando el mundo...

El romanticismo es el principal enemigo del amor. Lo supone basado en una imperiosa necesidad mutua. Si necesito a alguien porque no me siento completo sin esa persona, estoy arrastrando vacío espiritual; si además espero que esa persona necesite de mí, estoy esperando que arrastre también vacío espiritual y pretendiendo con ese vacío llenar el mío.

Dos incompletitudes espirituales no se complementan; se refuerzan en un peligroso forado compartido; dos menesterosos sólo pueden contraer (como se contraen las enfermedades) un amor menesteroso, y eso no es amor en el sentido optimista y productivo de la palabra.

John Lennon, uno de los grandes precursores del amor, decía en un nutritivo discurso que sólo cuando estemos enamorados de nosotros mismos seremos capaces de enamorarnos de alguien. Estar enamorado de uno mismo es, en este caso, no ser menesteroso de alguien más.

 
Himno del amor. Necesitamos amor, no imperiosamente alguien en especial que nos lo profese; aun siendo hermoso tener personas especiales en nuestra vida, pero no porque las necesitemos.

Les dejo la traducción del discurso de John Lennon:
«Nos hicieron creer que el "gran amor" sólo sucede una vez, generalmente antes de los 30 años. No nos contaron que el amor no es accionado, ni llega en un momento determinado.

Nos hicieron creer que cada uno de nosotros es la mitad de una naranja, y que la vida sólo tiene sentido cuando encontramos la otra mitad. No nos contaron que ya nacemos enteros, que nadie en nuestra vida merece cargar en las espaldas la responsabilidad de completar lo que nos falta: sólo crecemos en la vida por nosotros mismos. Si estamos en buena compañía, es tan sólo más agradable.

Nos hicieron creer en una fórmula llamada "dos en uno": dos personas pensando igual, actuando igual, que era eso lo que funcionaba. No nos contaron que eso tiene nombre: anulación. Que sólo siendo individuos con personalidad propia podremos tener una relación saludable.

Nos hicieron creer que el matrimonio es obligatorio, y que los deseos fuera de término deben ser reprimidos. Nos hicieron creer que los lindos y flacos son más amados.

Nos hicieron creer que sólo hay una fórmula para ser feliz, la misma para todos, y los que escapan de ella están condenados a la marginalidad. No nos contaron que estas fórmulas son equivocadas, frustran a las personas, son alienantes, y que podemos intentar otras alternativas.

Tampoco nos dijeron que nadie nos iba a decir todo esto. Cada uno lo va a tener que descubrir solo.

Cuando llegues a estar primero enamorado de ti mismo, entonces te podrás enamorar de alguien.»