miércoles, octubre 22, 2014

Cine. Relatos Salvajes




Escrita y dirigida por Damián Szifrón, consta de seis cortometrajes sobre el odio, la violencia y la venganza; y lo absurdos que humanamente somos por estas pasiones.

Uno de ellos (a) es un chiste con un buen guión; pero poco trascendente.

Dos de ellos (b, c) son situaciones ricas no muy bien explotadas como obras narrativas, por cierto efectismo en la resolución de las tramas.

Otros dos (d, e) son revelaciones crudas de la lucha desigual del individuo contra la estructura sociopolítica en un caso y contra el destino en el otro, dentro del contexto del statu quo social; reflejando ambos el miasma cotidiano de las instituciones. Ricos en significados pero con momentos planos. Tienen que ser vistos.

Y uno (f), magistral. Es un relato simple que acarrea metáforas de la batalla humana en varios frentes: el de la persona con su ego, el de la lucha de clases, el de la dignidad amenazada, el de la misma lucha contra el absurdo... Humor, violencia y tragedia se desprenden indistinguibles y están cohesionados con el hilo conductor de manera casi natural. Y a pesar de su complejidad significativa es ligero y sinfónico. Ese solo cortometraje justifica la contemplación de toda la película.

Imperdible para todo aquel que se sepa solazar con la buena narrativa.

Después de verla pueden volver a este artículo y cotejar esta lectura con la propia; incluso, como ejercicio, vincular, según la apreciación personal, cada cortometraje con cada valoración aquí hecha, y evaluar las coincidencias. Dejo aquí la clave:

(a) la venganza de un hombre contra quienes le arruinaron la vida
(b, c) el de la mesera y el de la fiesta matrimonial
(d, e) el del ingeniero de explosivos y el de la familia burguesa ante el grave problema del hijo
(f) el duelo en la carretera

lunes, marzo 24, 2014

¿Es en verdad racista el programa "La Paisana Jacinta"?

El asunto de "La Paisana Jacinta" ya se torna aburrido; pero, mientras haya algo que se pueda hacer para mejorar las cosas, bien vale aguantar la molestia.

Parlamentaria Hilaria Supa. Detractora de "La Paisana Jacinta" y blanco de odio racial.

Entre los defensores de ese programa, hay quienes aseguran que no es racista dando aparentes razones que no se molestan mucho en demostrar. Y, de entre los detractores, a su vez, nadie se ha dado la molestia de mostrar por qué sí lo sería, asumiendo acaso que su intuición, de hecho muy válida, tiene que ser compartida por los demás. Lamentablemente no es así.

Pues bien, los detractores dicen que ese programa denigra a la mujer andina en general y los seguidores dicen que sólo es un personaje, que puede pertenecer a cualquier etnia. Los detractores dicen que es un personaje repugnante y los seguidores dicen que tiene virtudes y defectos. Los detractores dicen que en ese programa el personaje indígena es el hazmerreír y los seguidores dicen que también se mofa de los criollos. Los detractores dicen que hay una intención racista y los seguidores dicen que Benavides tiene otras parodias en que se burla también de personajes conocidos y de otras etnias.

Quise encontrar razones para zanjar el asunto y saber si ese programa es en verdad racista, al margen de que sea un bodrio (sobran argumentos para probarlo), aunque eso no entre en la controversia, y de que, por eso, no sea nada recomendable. Bueno, pues creo que encontré algunas verdades.

Me apoyaré en un indubitable hecho reciente como punto de partida: en el aluvión de denuestos racistas que ha caído en las redes sociales sobre la parlamentaria Hilaria Supa, cuyos autores son seguidores de “La Paisana Jacinta”.
 
Muestra del aluvión de insultos a la parlamentaria. (Tomado de "Diario 16")

Esto muestra que hay al menos un sector social que sigue al personaje televisivo pero desprecia a la mujer indígena; no a la parlamentaria Supa en particular, pues los insultos eran racistas en sí mismos... Y surge la pregunta de cajón: si desprecian a la mujer andina, ¿por qué razón querrán seguir viendo a una indígena humilde y sumisa, apestosa y repugnante; aunque apendejada con criollos cojudos, que no son sino otra categorización de gente sometida a la burla social? Quizás insistirán en que no desprecian a la mujer indígena en general; bueno, bajo las pruebas que tenemos, digamos que desprecian a la mujer indígena altiva y con iniciativa política; a fin de cuentas, eso es Hilaria Supa. En suma, si desprecian a la mujer andina en general o sólo a la que es altiva, ¿por qué les gusta ver todos los días a una mujer que además de indígena es un esperpento?... no creo que aprecien sus virtudes ni que estén hallando la clave de la contradicción humana en su combinación de virtudes y defectos.

Cuando estos racistas miran al personaje en el televisor, se están mofando de los rasgos que la clase dominante atribuye al indígena y que usa para ridiculizarlo. O, si no, siendo racistas, por qué habrían de no despreciar esos rasgos en el remedo distorsionado que hace Benavides de la idiosincrasia de la mujer andina. He sido testigo de que, cuando alguien hace una tontería en una reunión social, los demás suelen hablarle en acento indígena y decirle ña-ña-ña-ña. Estos rasgos atribuidos incluyen los asignados por mitos sociales que aparecieron por racismo. Sí, mitos sociales; yo, por ejemplo, me he topado con criollos apestosos más que con indígenas apestosos y con criollos brutos tanto como con indígenas brutos, hablando en términos de proporciones. Estos mitos, lamentablemente, encajan a la perfección con las características con que se ha creado el discutido personaje. ¿Coincidencia?, allá cada quién; pero, aunque no lo fuera, el efecto social es el mismo: gente racista burlándose de lo que desprecia. Aquí no importa si Benavides ha querido mostrar los buenos sentimientos que tienen en el fondo las “indias asquerosas” o lo inofensivas y divertidas que son las “cholas ignorantes”. Lo que la "gente bien” hace cuando la ve es ridiculizar y sentirse superior. 

Ya que es “incorrecto” exterminar a las etnias despreciadas, al menos cuando conservan su auténtica idiosincrasia, (recordemos cómo se recriminó a Fujimori por las esterilizaciones forzadas) las quieren bien diferenciadas y escalones más abajo, para así no mezclarse con ellas. Y las quieren sumisas y pasivas, resignadas a su estatus subhumano. El desarrollo no es para ellas, el desarrollo tiene que ser para los de la propia clase; y, quizás, con sus limitaciones, para los indígenas que hayan renunciado a su idiosincrasia, previa metamorfosis sociocultural. En fin, ¿por qué odian a Hilaria Supa? Porque no es Jacinta, pues...

Antes de seguir, veamos algo del funcionamiento de nuestra mente. Un patrón de comportamiento, basado en emociones y creencias generadas a partir de estímulos específicos, una vez que se forma, se hace más intenso y activo cada vez que los estímulos que la excitan se repiten. Esta es una ley de toda actividad nerviosa superior: la repetición refuerza un patrón de conducta. (Aquí se puede ahondar un poco en esto: http://escritosdeco-razon.blogspot.com/2014/03/autopsia-de-funes.html)

Volvamos a los racistas que acribillaron con denuestos a Hilaria Supa. Cuando estas personas vuelven a ver su programa favorito están haciendo reverberar en sus cerebros los sistemas neuronales que son sustrato físico del racismo y los están reforzando de modo que este mal va abarcando su personalidad cada vez más.

Se sabe que las personas de edad avanzada difícilmente cambiarán patrones de creencias y conducta que han reforzado toda su vida; pero hay un sector de la población, altamente susceptible a estos estímulos televisivos, cuya mentalidad aún es plástica y puede cambiar según los cambios de estos. ¿Adivinan de quién hablo?... exacto, los niños. Ellos reciben de su medio social y de la TV estímulos racistas que se refuerzan y modelan su personalidad.

¿Pero es la paisana Jacinta, como dicen, sólo un personaje y no una representación étnica? Otra ley neurofisiológica del aprendizaje es la generalización: a un niño lo muerde un perro y le teme a todos los perros; a un niño se le muestra algún ser con determinados rasgos ajenos a su entorno íntimo, y la actitud que se le enseñe a tener con él, el niño la tendrá con todo lo que repita esos rasgos. Reforcemos todo eso y tendremos un prejuicioso enceguecido. Acá tampoco importa si Benavides ha querido ser representativo o no, ni si se burla de otro tipo de gente ni si se burla de todos los que ven su bodrio. El hecho es que el personaje ha sido construido con rasgos del mito racista y lo ven racistas que desprecian a la mujer andina en general o cuando es altiva y tiene iniciativa política.

Ahora resumo los pasos lógicos que hasta aquí hemos seguido:

1. Los insultos prueban que un sector social odia a la mujer indígena altiva pero ama ver a la Paisana Jacinta. De ahí, podemos inducir en qué situación social quieren ver al indígena.
 
2. Por neurofisiología, los patrones de pensamiento y conducta racista se refuerzan con la repetición. Y además es natural la generalización, a partir de semejanzas, como mecanismo de aprendizaje.
 

3. El personaje de “la Paisana Jacinta” refuerza estos patrones, especialmente en niños. O, si no, pensemos a qué edad habrán empezado esos jóvenes y adultos de los insultos a odiar a otras etnias pero “amar” tales personajes.

A modo de conclusión:

Sociedad racista y medios de comunicación racistas, en especial la televisión (revisemos "Homo videns" de Giovanni Sartori), forman un sistema de retroalimentación que hay cortar, y que hay que cortar de una vez.

domingo, marzo 23, 2014

Autopsia de Funes




"Pienso. Por lo tanto, existo."
(René Descartes)

Un engrama neuronal o neurograma es una combinación específica de ciertas neuronas en red que se estimulan entre sí por algún tiempo, en un proceso que podemos llamar "resonancia". Cuando un sistema de neurogramas específico se activa, por resonancia, se genera un patrón de pensamientos y emociones determinado.

Un neurograma está activo cuando está en resonancia; pero, cuando está inactivo, muchas de las neuronas que lo constituyen pueden estar funcionando como parte de otros neurogramas. De hecho, una sola neurona puede pertenecer a miles de neurogramas distintos. Gracias a esto, pensamientos y emociones pueden inter-inducirse concatenadamente dando lugar a nuestra actividad nerviosa superior.

Cada neurona tiene un mecanismo químico por el que se graban marcas en su ADN que le permiten sintetizar determinadas proteínas. Estas proteínas le permiten a la neurona, como si fueran distintas llaves, intercambiar impulsos con tales o cuales otras neuronas según los impulsos recibidos de determinadas vecinas suyas. De este modo una neurona “se da cuenta” de cuáles son los neurogramas posibles en los que debe participar en determinado momento. Podríamos decir, pues, que una neurona funciona cambiando constamente su juego de llaves activo.

Estos códigos químicos que se graban en el ADN neuronal tienen la peculiaridad de que comienzan débiles, es decir que los estímulos que los activan son muy específicos, o sea poco probables de repetirse. Pero, cuando se repiten los estímulos y coinciden con otros en el tiempo, cambian esos códigos de modo que se hacen capaces de sintetizar mayor cantidad de aquellas proteínas y de involucrar a más neuronas vecinas. Y, claro, actuando en conjunto varias neuronas son entonces capaces, cada vez más, de inducir la activación de otros neurogramas, nuevos y viejos; y, dialécticamente, de inhibir otros... Así, un pensamiento o una emoción se refuerza con la repetición de los estímulos. Esa es la base material de todo aprendizaje.

Desde luego, otra de las propiedades de estos códigos químicos, fundamental esta, es la de degradarse con el tiempo en ausencia de estímulos. Esa es la clave del olvido. La maldición de Funes, el famoso personaje borgesiano, pasa por alguna deficiencia con esta imprescindible propiedad de las neuronas.

jueves, marzo 20, 2014

El gusano y el visionario



Beto Ortiz, ese lacayo del miasma político que le alimenta el ego tanto como la cuenta bancaria, pretende defender a sus patrones contra la corriente de repudio por el programa “La paisana Jacinta” comparando el bodrio racista de Benavides con el relato “Paco Yunque” de César Vallejo (de quien Ortiz mismo se declara seguidor) y diciendo que este promueve el estereotipo del cholo víctima, sin advertir que es más bien un acto de sedición contra esta realidad opresiva. 


Nuestro primer liróforo. Sale mejor parado después del  atentado de Ortiz contra su obra.


Y de resultas de este atentado, César Vallejo sale airoso: ¡un visionario!... El poeta, que murió luchando contra el poder que lo depauperó (¡qué sabrá Ortiz de eso!), se adelantó ochenta años a esta miseria dejando una respuesta perturbadora para él y todo lo que él representa.

Esta fue la respuesta anticipada de nuestro vate más alto: 

¡Y si después de tantas palabras,
no sobrevive la palabra!
¡Si después de las alas de los pájaros,
no sobrevive el pájaro parado!
¡Más valdría, en verdad,
que se lo coman todo y acabemos!

¡Haber nacido para vivir de nuestra muerte!
¡Levantarse del cielo hacia la tierra
por sus propios desastres
y espiar el momento de apagar con su sombra su tiniebla!
¡Más valdría, francamente,
que se lo coman todo y qué más da…!

¡Y si después de tanta historia, sucumbimos,
no ya de eternidad,
sino de esas cosas sencillas, como estar
en la casa o ponerse a cavilar!
¡Y si luego encontramos,
de buenas a primeras, que vivimos,
a juzgar por la altura de los astros,
por el peine y las manchas del pañuelo!
¡Más valdría, en verdad,
que se lo coman todo, desde luego!

Se dirá que tenemos
en uno de los ojos mucha pena
y también en el otro, mucha pena
y en los dos, cuando miran, mucha pena…
Entonces… ¡Claro!… Entonces… ¡ni palabra!


Ya estaba dicho, Ortiz. Después de esto… ni palabra.