"Pienso. Por lo tanto, existo."
(René Descartes)
Un engrama neuronal o neurograma es una combinación
específica de ciertas neuronas en red que se estimulan entre sí por algún tiempo, en un proceso que podemos llamar "resonancia".
Cuando un sistema de neurogramas específico se activa, por resonancia, se
genera un patrón de pensamientos y emociones determinado.
Un neurograma está activo cuando está en resonancia; pero,
cuando está inactivo, muchas de las neuronas que lo constituyen pueden estar funcionando
como parte de otros neurogramas. De hecho, una sola neurona puede pertenecer a
miles de neurogramas distintos. Gracias a esto, pensamientos y emociones pueden
inter-inducirse concatenadamente dando lugar a nuestra actividad nerviosa
superior.
Cada neurona tiene un mecanismo químico por el que se graban marcas en su ADN que le permiten sintetizar determinadas proteínas.
Estas proteínas le permiten a la neurona, como si fueran distintas llaves, intercambiar
impulsos con tales o cuales otras neuronas según los impulsos recibidos de
determinadas vecinas suyas. De este modo una neurona “se da cuenta” de cuáles son
los neurogramas posibles en los que debe participar en determinado momento. Podríamos decir, pues, que una neurona funciona cambiando constamente su juego de llaves activo.
Estos códigos químicos que se graban en el ADN neuronal
tienen la peculiaridad de que comienzan débiles, es decir que los estímulos que
los activan son muy específicos, o sea poco probables de repetirse. Pero,
cuando se repiten los estímulos y coinciden con otros en el tiempo, cambian esos
códigos de modo que se hacen capaces de sintetizar mayor cantidad de
aquellas proteínas y de involucrar a más neuronas vecinas. Y, claro, actuando
en conjunto varias neuronas son entonces capaces, cada vez más, de inducir la
activación de otros neurogramas, nuevos
y viejos; y, dialécticamente, de inhibir otros... Así, un pensamiento o una emoción se refuerza con la repetición de
los estímulos. Esa es la base material de todo aprendizaje.
Desde luego, otra de las propiedades de estos códigos
químicos, fundamental esta, es la de degradarse con el tiempo en ausencia de estímulos.
Esa es la clave del olvido. La maldición de Funes, el famoso personaje borgesiano, pasa
por alguna deficiencia con esta imprescindible propiedad de las neuronas.
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