domingo, octubre 16, 2016

Poesía, canción popular y puristas anquilosados

Bob Dylan, el poeta respondón al sistema (... que fue)

El premio Nobel que ha ganado Bob Dylan ha causado revuelo entre los puristas paramétricos (no merecen que los llame críticos literarios) según los cuales un cantautor —presento la idea en simples términos— podrá hacer letras muy bonitas pero jamás pretender que eso sea poesía. O sea, en mérito a lo sucinto, la poesía debe venir con ISBN para ser poesía.

Hay toda una poética en las letras de Bob Dylan; pero aquí no trataré de demostrar que Bob Dylan merece el galardón. Primero, porque todo premio SIEMPRE es injusto, ya que SIEMPRE hay quien lo merece por igual o más. Y, segundo, porque el Premio Nobel de Literatura, aparte de manejarse con sesgos políticos que ya muchos han denunciado, resulta siendo un fetiche cultural que incluso llega a cobrar más importancia que la literatura misma. Recuerdo que, luego de que Vargas Llosa lo ganara, comenzaron en retahíla a hacerle homenajes al novelista en todo el Perú; en Arequipa, por ejemplo, la casa donde pasó parte de su infancia había estado olvidada por años y a raíz del premio se la restauró y convirtió en un museo lujoso. La pregunta es por qué no se había hecho todo eso antes de su premio Nobel, si su obra ya estaba ahí para ser valorada, ¿o acaso no merecía ese reconocimiento sin haber obtenenido dicho premio? ¿A quién se hacían en verdad esos homenajes, al escritor o al significado del Premio Nóbel en sí? Es, pues, la cultura del envase que denunciaba Galeano, la cultura del premio al premio... ¿y la literatura?

Aclarado eso, me centraré en la cuestión de si la canción popular puede ser poesía, o literatura, lo cual viene a ser lo mismo. Ya han señalado varios críticos que la poesía nació en la oralidad y acertadamente han recordado a los aedos y rapsodas cantando sus epopeyas, al inmortal Homero entre ellos. No es casual, pues, el nombre de "género lírico": se lo expresaba con la lira.

Reproduzco, para ser más didáctico, un pensamiento de Jorge Luis Borges, inmenso poeta que, entre sus obras, cuenta con una colección de letras de milonga (género musical argentino) llamada “Para las seis cuerdas”. Llega a decir Borges: «Un verso bueno no permite que se lo lea en voz baja, o en silencio. Si podemos hacerlo, no es un verso válido: el verso exige la pronunciación. El verso siempre recuerda que fue un arte oral antes de ser un arte escrito, recuerda que fue un canto». Podríase agregar que eso se cumple no sólo para el verso bueno. ¿No es cierto que al leer “Cien años de soledad” se va sintiendo una voz interna que danza libre y feliz?

La poesía es el arte de la palabra. El arte que a través del trabajo con elementos lingüísticos crea significados extraordinarios (o sea más allá del uso ordinario del lenguaje) que cautivan el espíritu humano con revelaciones portadoras de belleza. Si en la letra de una canción se han trabajado de ese modo los elementos lingüísticos de la palabra, incluido su sonido propio (fuera de las tonalidades y compases de la música) porque la literatura también es ritmo y musicalidad, entonces esa creación es literatura. Claro que los grandes cantautores son capaces de unir la palabra y la música en el canto de modo tan coherente que este adquiere un nuevo poder expresivo único; pero no por ello deja de ser poesía algo que ha tenido un trabajo artístico del lenguaje. Charly García, Luis Alberto Spinetta, Violeta Parra, Víctor Jara, Chico Buarque, Silvio Rodríguez, Chabuca Granda, Atahualpa Yupanqui, por mencionar algunos grandes de Latinoamérica, son poetas que merecen ser tomados como tales; sus versos tienen todos los elementos que hacen poesía al verso escrito y publicado en ediciones en papel. Así como sería absurdo decir que, porque Rafo Raez ha cantado poemas de Vallejo; Pablo Milanés, de Nicolás Guillén; Joan Manuel Serrat, de Machado; etc. van a dejar esas obras de ser poesía.

Las quejas insensatas de los puristas han llegado más allá y se han querido mofar pidiendo premio Nobel para los guiones cinematográficos de Woody Allen, creyéndose sarcásticos. Woody Allen es un excelente guionista y su trabajo como tal es literatura (cosa que los puristas no pueden entender); ¿o acaso no lo son los guiones de cine de García Márquez, de Borges, de Beckett…?  ¿O acaso no lo es el libreto adaptado de "Antígona" que hizo el poeta José Watanabe para Teresa Ralli, de la agrupación teatral Yuyachkani? Pero "Antígona" es teatro, dirá un purista desubicado. Lo que pasa es que, felizmente, el teatro ya es clásicamente tomado como literatura, y por eso con él no se meten, a pesar de ser, así como la canción, un trabajo de la palabra (en sus elementos lingüísticos) fusionado con otros modos de expresión artística. Digo felizmente porque estos puristas de anteojeras, enfermos de Sistema Establecido, eran capaces de soplarse al mismo Shakespeare. Si incluso dicen, traspasando la ingenuidad, que este premio a Bob Dylan ha matado la literatura.

Aunque, como mencioné, la fetichización del Premio Nobel parece querer matarla, mientras el ser humano guarde en su espíritu una brizna de libertad, SIEMPRE habrá poesía.

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