Se ha publicado, a
nombre de José Luis Bellido, una réplica al análisis que hice sobre la situación
de la mujer en la extensa obra “Suma Teológica”, en afán de exculpar la misoginia de Tomás de Aquino, su autor. Según el replicante leí mal porque confundí la
acepción de la expresión “el hombre” en dos momentos de la cuestión 92 de dicho
libro. Aquí lo detallo:
1. Tomás de Aquino escribe:
“Por su parte, el hombre se ordena a una
operación vital más digna aún: entender. Por eso, en él era conveniente una
mayor distinción de ambas potencias, de modo que la hembra fuese hecha
separadamente del varón”. Yo entendí que hablaba del varón como portador de
operación vital más digna, y según el autor de la réplica debí entender que se refería a varón
y mujer, pues “Santo Tomás entiende por hombre al varón y mujer” (sic.)
2. Dice otro pasaje de “Suma
Teológica”: “Este es el sometimiento con el que la mujer, por naturaleza fue
puesta bajo el marido; porque la misma naturaleza dio al hombre más
discernimiento.” Aquí también entendí “varón”; y el replicante dice de
mí lo siguiente: “para él el hombre es varón, mas no mujer”.
Primero debo reconocer
la ambigüedad con que lidiamos al tratar de descifrar elsignificado preciso de
la expresión “el hombre” en
ambos casos, y debo aceptar que sí se puede entender lo que afirma
el replicante. Más aun, veo muy probable que en el primer caso sí se refiriera
Tomás de Aquino a varón y mujer porque ahí habla de potencias distinguidas,
término éste —“potencias”— con el
que en varias ocasiones se refiere a los distintos sexos en el mismo texto; a
pesar de que el término “potencias” se podría interpretar también como un mención
a las funciones de reproducción y entendimiento.
Enseguida citaré
varios momentos textuales de la cuestión 92 de “Suma Teológica” (marcando con
asterisco aquellos en que no se expresa necesariamente la opinión del autor sino de
otros a modo de antecedente, para evitar controversias innecesarias conociendo ya la predisposición de
mi contendedor; o sea, para que no se diga que estoy asumiendo que el autor dijo
cosas que no dijo):
- ¿Debió o no debió ser hecha del hombre?
- ¿Y de la costilla del hombre?
- la mujer es inferior al hombre en dignidad y en poder *
- Dios previó que la mujer sería ocasión de pecado para
el hombre *
- No es bueno que el hombre esté solo; hagámosle una ayuda semejante a él.(Extracto de la Biblia)
- podían prestarle (al varón) mejor ayuda los otros hombres
- Dios, Autor de la misma, quien al producirla no sólo produjo al hombre, sino también a la mujer.
- Si Dios hubiera quitado del mundo todas las cosas que sirvieran al hombre de ocasión de pecado (una de esas cosas sería la mujer, por la referencia a la objeción 3 del artículo 1)
- parece que la mujer no debió ser hecha del hombre *
- Pero el hombre y la mujer son de la misma especie
- La
mujer fue hecha como ayuda del hombre para la generación
- Fue conveniente que en la primera institución de las cosas, la mujer, a diferencia de los demás animales, fuera formada del hombre.
- para que el hombre amase más a la mujer
- dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer
- el hombre y la mujer se unen no sólo por la necesidad de la generación
- a partir de la costilla del hombre
- el cuerpo de la mujer no es menos denso que el del hombre
Juzgue el lector si Tomás de Aquino se refiere con el término “hombre” al varón y a la mujer sin
diferenciación o si se refiere sólo al varón. Y juzgue si entender solamente “varón” en las dos citas que generaron
esta controversia, es leer mal, como sugiere el replicante. Para dejar explícita la lógica a que apelo (ya uno duda de la disposición que algunas personas pueden tener para abordar este asunto), tomemos la última cita del grupo y veamos una analogía útil: si digo que los arequipeños son más honestos que los peruanos estaría diciendo una sandez porque los arequipeños son peruanos: no se los puede separar del género "peruanos"; y, por la misma razón, no se podría decir que el cuerpo de la mujer es menos denso que el del hombre, entendiendo este último término como "varón y mujer"; por lo que "hombre" significa aquí, necesariamente, "varón".
Desde luego, hay algunos momentos, comparativamente muy pocos, en que es
obvia la referencia a ambos sexos con el término “hombre”. Uno de los más claros es el sigiente (que tampoco es una directa aseveración de Tomás de Aquino): El sexo es común al hombre y a los demás animales. Pero, en éstos, las hembras no fueron hechas de los machos. Por lo tanto, tampoco en el hombre debió suceder esto. Hay, pues, mucho espacio para la ambigüedad interpretativa.
En suma, si leí mal,
entonces, creo, la razón sería que Tomás de Aquino escribió mal; o al menos que
el traductor debió pasar por la Santa Inquisición.
Pero en el fondo las ambigüedades quedarían resueltas si consideramos que para Tomás de Aquino la mujer es un ser “imperfecto y ocasional”[1] –adjetivos no atribuidos al varón– y que para Tomás de Aquino la mujer es un ser que sólo puede ayudar reproductivamente al varón porque “para otras obras podrían prestarle mejor ayuda los otros hombres”[2] (ojo que por contexto se nota aquí el uso de “hombres” exclusivo para el género masculino). Tomás de Aquino deja, pues, pintada a la mujer como un simple accesorio de lo humano, de lo humano que es esencialmente masculino; razón por la cual no repara en referirse con el término “hombre” ya sea al ser humano en general o sólo al varón, porque esencialmente serían lo mismo. Sí, porque lo que es ocasional no podría afectar la esencia (pues por ocasional se entiende lo no predeterminado, lo no fundamental, aparecido en el mejor de los casos como remedio de contingencia para una situación de gravedad).
El replicante también
se refiere a la dominación natural de la que habla Tomás de Aquino, y pretende
que esto pase como bueno por el hecho de que en esa época la sociedad era estructuralmente
machista. Bueno, también había disidencia al cristianismo (cosa que prueban las
objeciones tratadas y la misma razón de ser del libro) y Tomás de Aquino, acaso
iluminado por Dios según los dogmas del replicante, se ocupa de ejercer su magisterio
para transformar la sociedad. ¿Por qué no transformarla en este aspecto tan
sustantivo que es la desigualdad de género?
Dice Tomás de Aquino,
en la cuestión 93, lo siguiente: “Pues la
mujer no debe dominar al varón
(1 Tim 2,12); por lo cual no fue formada de la cabeza. Tampoco debe el varón
despreciarla como si le estuviera sometida servilmente; por eso no fue formada
de los pies.” De acuerdo, no como si le estuviera sometida servilmente...
pero por qué no decir simplemente que no debe despreciarla. Recordemos, pues, el
sometimiento “civil o económico” que
es un sometimiento natural de la
mujer, según las propias palabras de Tomás de Aquino en la respuesta a la
segunda objeción. Lo que tenemos claro es que la mujer (“imperfecta y
ocasional”) es y debe ser sometida al varón por propia naturaleza (naturaleza concebida
por Dios). No dice Tomás de Aquino que debe ser sometida por tradición ni por causas
históricas sino ¡por naturaleza: por voluntad divina!... ¡Dios mío!
Sí, desde la Grecia Antigua
el machismo y la misoginia se hicieron lacra histórica. Y el Catolicismo
apareció en un contexto social deplorable. Pero ese hecho no le quita la
responsabilidad de haber sido factor de retroceso en ese aspecto,
responsabilidad compartida pero que no deja de ser responsabilidad; más aún habiendo
afianzado la lacra con su totalitarismo dogmático. Que yo recuerde, la
liberación femenina que devino en épocas recientes y sigue en la lucha no ha
tenido a la Iglesia oficial como su precursora. Y no es especular decir que sin
él o sin una institución similar que hubiera estado en su lugar, la humanidad
habría llegado antes a estadios menos deplorables.
Para terminar, me
resulta muy interesante ver cómo muchos fundamentalistas católicos actuales, y
no sólo católicos, ante el los progresos éticos y científicos que se
van logrando en la sociedad, reinterpretan al antojo las doctrinas de sus
fundadores, por acomodarse a lo nuevo que se va haciendo políticamente
correcto; con lo paradójico que resulta, pues siguen siendo fundamentalistas, sólo que ahora son una especie de fundamentalistas de fetiche. Yo me imagino, con buen humor, a un Tomás de Aquino libre de restricciones
políticas, con sus convicciones plenas, defendiendo en esta controversia la
inferioridad femenina determinada por la divinidad, en contra de las ideas sediciosas
igualitaristas de la modernidad, y solicitando a nuestro buen replicante: “no
me defiendas, compadre”.
[1] Respuesta de Tomás de Aquino a la primera objeción de la cuestión 92.