Deberíamos evitar elogiar el gusto o el criterio de cualquiera. Pues decir "qué buen gusto tienes" o "qué buen criterio tienes" equivale exactamente a decir "tienes un gusto similar al mío" o "tienes un criterio similar al mío"; o, en el menos vacío de los casos, a "tienes un gusto (o criterio) similar al de mis referentes".
Con el mismo criterio deberíamos entonces considerar que sería bueno no descalificar nunca el gusto o el criterio de los demás, pues hacerlo equivaldrá exactamente a la simple noticia de la divergencia: "qué pésimo gusto" significa "qué distinto es tu gusto del mío", ni más ni menos; vacua palabrería, a menos que lo sustentemos en hechos distintos de lo que queremos demostrar, evitando así el razonamiento circular... pero aun así, a la larga, si nos vamos hasta el fondo en el análisis, estoy casi seguro de que vamos a acabar en tautologías y peticiones de principio.
Y aun así, siempre será bueno criticar (con base y no a la mala), más por incentivo a la diferencia, a la variedad y la creación culta (cultivada) de usos, ideas y conceptos. Y será bueno por el hecho simple de que la crítica (honesta) amplía el sector humano capacitado para percibir ciertas cosas que pueden mejorarle la existencia.